Reykjavik es una acogedora ciudad plena de energía, donde la influencia de lo exterior se mezcla armónicamente con las arraigadas tradiciones nacionales. Barrios residenciales de coloridas casas conviven con futuristas edificios de cristal y acero, museos y galerías de arte comparten espacio con exhibiciones dedicadas a las ballenas o las auroras boreales, todo ello rodeado de una naturaleza privilegiada protagonizada por lagos, montañas, aguas termales y la huella de poderosos volcanes.